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CHATUCHAK MARKET

Perdí a mi tía y estoy desorientada en un mercado tan confuso como pronunciar bien su nombre. ¿Chac tu chac o Cha tu chak? Estoy cansada y con jet-lag. Unos tailandeses me acaban de intimidar con la mirada al ver que pisé una moneda para que dejara de rodar. ¡Qué iba a saber yo que eso es una ofensa porque tiene la cara del rey! Este caos de puestos chiquitos pegados uno al lado del otro me da cierta claustrofobia. 200.000 personas conglomeradas en un mismo lugar. Salgo por donde entré y termino en un pasillo distinto. ¿O es el mismo?

Hace un par de horas, conocí el caótico Bangkok. Tuk Tuks pasando por todos lados, taxis y combis estacionados en cualquier lugar y de cualquier manera, muchos ruidos conglomerados, mezclas de olores de comidas de puestitos ambulantes: curry, canela, jengibre, romero, cilantro, perejil. El uso -excesivo- de colores en los Tuk Tuks. Intensamente iguales -azules, rosas, amarillos, verdes, rojos- pero individualmente distintos, como canicas. Los taxis también son coloridos, haciendo que las calles de Bangkok sean un arcoíris en movimiento.

Pero dentro del mercado es donde está la avalancha de gente con valijas y bolsas regateando todo. Mucha imitación de grandes marcas que no son “Orishinal” son “Same Same” como le dicen a las copias. Me freno en algunos locales que tienen aire acondicionado y son más top y me refresco un poco para seguir. El calor de este país que no tiene estaciones del año, está condensado en este mercado de techos de chapa. Ahora entiendo cuando mi tía me recomendó venir con zapatillas cómodas y ropa suelta. En el medio del mercado, o en algún lugar (porque la verdad es que no sé en qué parte del mapa estoy) hay un puesto de masajes de pies por hora, que llama a los derrotados. Entro a cada local saludando como me enseñaron: con las manos juntas, bajando la cabeza y acompañado de un Sawa dee kaa! como dicen las mujeres, y me sorprendo que todos los vendedores son amables, sonrientes y están anestesiados por el calor, todo lo contrario a cuando manejan.

Finalmente encuentro a mi tía, buscamos un lugar a la sombra y nos sentamos a almorzar. Bajar el ritmo me hace dar cuenta de que llegué hace 2 días y no paré. Pensar que ayer estaba vistiéndome de rosa para ir a un torneo de polo de mujeres donde todo era rosa. Los postres, los Mercedes Benz, las polainas de los caballos, los vestidos de gala, camisas, carteras, tacos, sombreros y hasta las correas de los perros eran rosa. Un evento exclusivo para la elite de Tailandia que tomaba vino espumante mientras pisaba el pasto en el entretiempo.

Llegamos al condominio donde viven mis tíos junto con otras familias argentinas y vamos a comer a “lo del viejo de la sopa”, versión Thai del choripán de la costanera. Mi tío pidió dos khao pad not spicy y una milanesa con papas fritas. Y el Thai le entendió. ¿Desde cuándo cocinan milanesas en Tailandia? ¿Estoy en Asia o en alguna parte de América? Al parecer esta comunidad argentina invadió los menús tailandeses y les enseñaron a cocinar un par de platos argentinos.​

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